El cambio comienza con decisiones pequeñas. Separar los envases, llevar una bolsa propia o rechazar embalajes innecesarios son hábitos fáciles de incorporar. No es necesario tener conocimientos técnicos ni comprar productos especiales. La clave está en repetir gestos simples hasta que formen parte de la rutina. Este enfoque progresivo permite adaptarse sin presión y con buenos resultados a mediano plazo.